
Es curioso como muchas veces podemos llevar un ritmo de vida “aparentemente normal”, donde nuestro vuelo, nuestro caminar pareciera ir al mismo ritmo y a la misma sintonía, sin embargo llega el momento donde comprendes que quizá hubo un desenfoque y ese vuelo se detiene… Muchas veces nos cuesta tanto trabajo ver la situación por la que nos estamos deteniendo ya que nosotros mismos hacemos ver esas circunstancias, esos temores, esas comodidades como si fueran “normales o insignificantes”
Déjame decirte algo… muchas veces es Dios quien permite esos momentos, permite que algo cambie, que algo te alerte, por que sabe que eso va sacudir tu vida, solo necesitas poner tu confianza en Él, como vemos en Isaías 31:5, Dios nos protegerá, librará, perdonará y rescatará.
Hoy te invito a que analices tu situación, analiza tu día, ¿qué cosas incluso las que parecen “insignificantes” están deteniendo tu vuelo? Agradezcamos por todas esas alertas que Dios pone en el camino para redireccionarnos y enfocarnos de nuevo, créeme que cuando lo detectes volar de nuevo será mucho mas sencillo.
Pero aun hay algo mejor.. cuando llegue el momento el va abrir sus manos poco a poco y te va soltar, te va dejar que emprendas el vuelo de nuevo, la diferencia es que en ese proceso donde estas totalmente en sus manos y aprendes a dejar tus cargas en Él, es cuando tienes que tomar la decisión de volar o de rendirte, de esforzarte o de desistir.
En sus manos renovamos nuestra confianza, renovamos nuestro valor de decidir volver a volar, pero esta vez con convicciones fuertes, con corazones entendidos, con su palabra que es la verdad, que es nuestro escudo, por qué sabemos contra que peleamos, y más importante aún sabemos quien va con nosotros.